Tuesday, September 12, 2006

ADIOS, INVIERNO, ADIOS.



El miércoles es el día más angustiante de mi semana.


Trato de buscar las causas en las cuestiones prácticas: por ejemplo, que durante todo el primer cuatrimestre tuve dos clases con tres horas libres entre ambas y, como vivo relativamente lejos de la facultad, me conviene más quedarme que volver a mi casa por un par de horas y gastar el doble en colectivo (medio de transporte que detesto casi tanto como los taxis).

Por otro lado, los jueves tengo dos clases prácticas para las cuales siempre hay que leer muchos textos, y me exaspera tremendamente no poder concentrarme para leerlos los miércoles en la biblioteca de la facultad.

Por ultimo, salgo tarde, cansada y muerta de hambre, y generalmente llego a una casa vacía donde casi nunca hay nada interesante que comer ni ninguna película buena en el cable (aunque, debo decir, hay excepciones en el primer plano i – sat).

Pero la verdad es que no podría decir una razón única y verdadera para que este día en la mitad de la semana me ponga triste.
Hace dos o tres miércoles tomaba un café sola en el único lugar horrendo en donde se podía (el bar de odontología, en el cual, por cierto, está prohibido fumar) cuando la angustia me invadió como nunca, tomándome por sorpresa en medio de una frase de un libro (académico) que leía.

Decidí que necesitaba urgente y paradójicamente dos cosas: aire fresco y un cigarrillo.
Compro un marlboro suelto en el kiosco y me voy caminando al parque. Son las seis y falta una hora y media para la clase.
Busco un lugar en el césped detrás de la facultad de psicología y me siento encima de la campera de jean. Tengo unas ganas increíbles de sacarme las zapatillas y pisar el suelo descalza, pero no lo hago.

Pienso en cómo un pedazo de naturaleza (aunque sea césped sembrado en un parque, y aunque no soporto los lugares sin rastros de civilización) de pronto me hace sentir bien. Enciendo el cigarrillo y lo fumo tranquilamente.

Muy lejos, veo algunos estudiantes caminando hacia sus casas y unos cuantos autos atravesando la avenida. Entonces me doy cuenta de algo obvio: estamos en agosto, es un día de frío y sol y del cielo cae una especie de polvo negro. No. No es polvo. Son pedacitos de una sustancia que se forma producto de la quema de caña de azúcar. “Es la zafra”, dice la gente en la calle. Termino el cigarrillo y me acuesto. Miro el cielo y la sensación es la misma que al ver nevar: por más que uno se concentre y aguce la vista, no se puede saber exactamente de dónde vienen los copos. Los pedacitos negros caen encima de mí y se deshacen cuando los toco. Algunos son grandes, casi como hojas de un árbol. La mayoría son mínimos, parecen pequeños trozos de carbón. Cada uno tiene una forma diferente y una manera distinta de caer. Mientras unos lo hacen caóticamente, sin ton ni son, otros giran de forma armoniosa, algunos son alargados y tienen pequeñas prolongaciones que aletean graciosamente.

No puedo dejar de mirarlos.

Pienso en lo insalubre que es estar acostada donde estoy.
Pienso que esto es la contaminación en su estado más puro y sin embargo me siento feliz.
Pienso en Londres, en Manchester y en la primera revolución industrial.
Pienso en mis dudas y en que no tengo ganas de ir a clase.

Entonces pasa cerca mío un hombre con un niño de seis o siete años. Van de la mano. El pequeño mira el cielo y dice.

_Papá, ¿Por qué acá la nieve es negra?

El padre no contesta. Quizas está pensando en otra cosa.

Pero yo, que no puedo sacarme la pregunta de la cabeza, me voy pensando que tal vez esta ciudad es tan fea que, no conforme con castigarnos con calor en invierno, nos manda una especie de nieve que no es nieve.
Porque no es fría ni blanca ni limpia, sino precisamente todo lo contrario.

2 comments:

joAco said...

que buen texto, la puta madre!!!

al parecer, el cambio de forma del blog te puso más introspectiva.

desde que empezastes a hablar del polvo ese, pensé dos cosas "suena a como a nieve negra", y "donde carajo vive esta mina, que se cultiva caña de azucar"

por lo visto, mi pensamiento de nieve negra está a la altura de un pibe de 6 años. un poroto para mí.
la otra cuestión espero que me la respondás vos.

un Abrazo

Anonymous said...

Quiero informarles que hoy pase por el shopping de Alto Palermo, al local de ustedes Ricky Sarkany, y yo soy muy clienta.. siempre voy a otras sucursales, pero al alto palermo es la segunda vez que voy. Y las vendedoras tanto a mi como a mis amigas, nos atendieron de muy mala manera, cuando le pedi a la chica que estaba en la caja (una morocha) si por favor me podia atender alguien (hacia 20 minutos estaba esperando a alguien), pero no me molesto tanto eso, entonces fui hablarle bien...... y me contesto mal.. y me fui.. y sin decirle nada, y cuando me voy justo salio una chica (con el pelo cortito, medio marroncito con flequillo) y muy sobervia. Yo le pedi bien si me podia dar una pollera de mi talle, o si habia alguien que me atienda por favor. Y me dijo: si anda adentro.. yo me voy hasta arriba..(muy mal me hablo) y le dije: pero nadie me atiendo, por eso. y me dijo: y bueno, para, atendemos de a poquito... y se fue hablando mal.. resongando...
La verdad quiero que lo sepan esto, porque el local no habia nadie.. otras chicas tambien se fueron como criticando, porque muy mala la atencion de las vendedoras y la cajera de ahi. Yo soy muy clienta, y aunque no fuera clienta, me tiene que tratar bien... porque nosotras le hablamos de muy buena forma.. como se debe. Espero que tomen una medida.. porque nos cayo muy mal.. y esto asi no lo voy a dejar, porque no sabe lo mal que nos trataron y la contestacion que nos dieron las dos chicas, la gente que estaba afuera del local miraban todos...