Monday, December 08, 2008

Che, Lelaina y Hobsbawm


Iba a estudiar pero bueno, ya no. Qué importa si la libreta dice que mi ultima fecha de examen ha sido el diecisiete del doce, del dos mil siete. Y que la nota haya sido hasta por ahí nomás. Basta ya de bilardismo. El único bilardismo que aceptaré y aplicaré a partir de ahora será el psicológico. ¿Cómo viene la mano con eso? Me preguntan en el Messenger. Le digo, bilardismo psicológico es cuando te sentís mal y vas directo a emborracharte o a tomarte un cuarto o a coger con extraños. Lo que importa es ganar ese placer inmediato aunque después sea peor. Menotti haría psicoanálisis digamos, por años.
Iba a estudiar pero ahora no. Ya era todo. Se ha viajado, se ha visto a conocido cantante británico, se ha visto la estatua del Che, se ha visto el mar y los restaurantes de mariscos de Piriápolis. Se han visto ciudades y personas lindas. Se han visto viejos amigos y se han hecho nuevos. Se ha presumido en portugués y se ha hablado en inglés, y se ha intentado aprender francés pero no se ha podido. Se ha trabajado y se ha chateado en el trabajo y se ha ahorrado algo de platita. Se ha leído, Oh my, cómo se ha leído. ¿Leíste cincuenta libros este año? No, claro que no. ¿Leíste cincuenta libros en total, en toda tu vida? Si, sí, claro que. Bueno en realidad de hecho no sé. ¿Cuenta Mujercitas y los de Sidney Sheldon? ¿Cuenta Isabel Allende? ¿Cuenta Dolores Fancy? ¿Cuenta, finalmente, Enzo Traverso, Hannah Arendt y todos esos teóricos del totalitarismo? Y bueno. Entonces sí se ha leído y se ha aprendido y se ha sufrido tremendamente por culpa de profesoras malas y de gente que es mejor que uno. La otra noche me la crucé a esa chica, tan flaca, tan alta por el amor de dios, tan con el pelo lacio, con ese minivestido impresionante, con ese bolso que es Prune pero igual tiene mucha onda, y las chatitas, todo. Dijo que estaba haciendo una feria de diseños propios, y me invitó pero no me atrevo a ir. Qué boluda piensan todos, claro qué fácil, es linda y tiene plata y si quiere se hace diseñadora y le vende a las amigas. Pero no, pero nada que ver, la chica esta es diseñadora y produce cosas bellas y además estudia una carrera que no es derecho ni es administración ni es psicología, y tiene un altísimo promedio y pronto nomás va a tener una beca del Ciunt y es perfectamente merecida. Ella entró me acuerdo, ese día, a dar el examen que yo desaprobaría, habló, salió, aprobó, dijo que no era difícil, convidó unos chicles y se fue a la casa a tomarse un té. Sabés qué es lo peor de todo, tiene opiniones. Tiene opiniones absolutamente propias y claramente formadas. Qué lo parió como puede ser tan perfecta. En fin. Se sufrió, un poco, por la existencia de estas personas, pero también se disfrutó al saber que existen y que pueden ser amigas. No se leyeron cincuenta libros, claro que no, pero tampoco vino ningún viejo pelotudo a preguntarlo y no tuve que avergonzarme de mi respuesta.
Iba a estudiar pero ya no tengo ganas. Tengo ganas de pensar cosas tontas, de decir que me voy a encadenar al mercado del norte o que me voy a hacer guerrillera por haber visto la película del argentino en Cuba y olvidarme de todo eso a los cinco minutos. Tengo ganas de dormir la siesta y despertarme pero no levantarme de la cama, agarrar un libro, un libro de una brasilera que habla de sus empleadas domésticas que usaban la palabra pueril en sus frases, un libro de un chabón que habla de sus amigos todos yonkis, un libro de Freud, muy aburrido, y dejarlo a los diez minutos sin haber entendido un carajo.
Saldo, no sé, parece que no hice nada. No me recibí ni me casé ni me embaracé ni hice la tesis ni me mudé ni cambié de estilo ni adelgacé ni rendí absolutamente ninguna materia. Faltan pocos días para que mi mamá me pregunte de nuevo qué pienso hacer de mi vida, y si voy a seguir en esa oficina para siempre y si voy a dar clases y si voy a casarme y si voy a sacarle algo al estado. Si yo fuera como la chica esta de nombre Winona que en una película que no es esta a la que voy a referirme se llamaba Lelaina y era genial, si yo fuera como el personaje que hace esta chica actriz en esa película del psiquiátrico diría, como ella hace, planeo escribir. Seguramente en cambio hablaré de las becas y del título y de ofertas de trabajo que no existen, en definitiva me inventaré toda una vida, todo un futuro sólido.
No planeo estudiar. Mierda. Planeo estar en mi casa, salir, ver algunas pelis, bajar todas las temporadas de Gilmore Girls para tenerlas siempre a mano ahora que ya no la dan en Warner. Planeo hacer lo que me pinte, y no lo que pinte. Planeo quedarme acá, disfrutar del aire acondicionado y de las galletitas. Planeo escribir pero no tener que estar triste para ello. Planeo escribir sobre mis tías y sobre las cosas que veo en la tele y sobre los ocho brillitos labiales que acabo de comprarme, los colores son chocolate, coral, rosa tirando a rojo, rojo celeste cid, rosa tirando a violeta, canela, rosa viejo y uno transparente con brillantina. De mis primas aprendo un montón de cosas, ellas dicen no, no te compres labiales económicos que son made in china y tienen plomo y después te dan cáncer igual que los anticonceptivos, comprate lancome no seas tonta, vos lo valés. Pero what a hell, si igual tengo el labio con una ampolla y todo despellejado. Aparte me encanta porque vienen en una cajita de pseudo cristal muy preciosa toda compacta.
Parece que no hice nada y ya se acerca la hora de la verdad. Pero no importa. Seamos optimistas. Es probable que el dos mil ocho sea como el largo siglo XIX, no pasa nada pero todo está por pasar, los países se alinean, la paz es armada, todo se cocina, los pensamientos rugen y el mundo, el mundo tiembla porque sabe que la tranquilidad no puede durar para siempre. El dos mil ocho parece a simple vista una cantidad muy grande de horas en el messenger, de siestas prolongadas, de cervezas bebidas, de conversaciones banales, de peleas que no fueron, de remeritas y brillitos y tardes en el centro sin hacer nada. La bomba nunca estalló y ya no tiene ganas de hacerlo. El letargo es importante pero demasiadas cosas se aproximan y eventualmente habrá que hacerse cargo, definir. El corto siglo XX llegó tras el XIX, y estuvo repleto de personajes y de eventos demasiado tremendos que se habían gestado antes y de los cuales resultó ya imposible zafar. Tengo miedo pero igual estoy ansiosa por el dos mil nueve. Es posible que se inaugure con el equivalente (que ni sé cual sería) de la Primera Guerra Mundial.