Enpezó el martes. Nos levantamos tempranito para bajar a desayunar y, con el primer trago de café, me di cuenta de que me picaba la garganta. No es nada. Subimos y, para evitar despertar al resto, me fui a estudiar a la salita que queda acá al lado, donde me quedé hasta el mediodía. (La luz del sol a las ocho de la mañana entraba de manera tal que se me ocurrió que podría ser una sala de ensayo de una escuela de danzas clásicas. Colgadez).
A la tarde, clases, una nueva lección oral en América II (Sra. profesora de América II: que yo sea increíblemente inteligente, venga de otro país y eso le parezca enriquecedor para sus clases NO significa que tenga que hacerme hablar absolutamente todo el tiempo. Lo único que le advierto es que soy capaz de matar. Sepaló).
Del martes para el miércoles me molestó el ventilador y la mañana del miércoles desperté con frío y los ganglios inflamados. Bajé, tomé el café y se me pasó. Terminé los apuntes de América III, para la prova del viernes. A la siesta, me dolía la cabeza, me tomé un Ibuprofeno y dormí toda la tarde. (Tuve un sueño bien flashero. Estaba con P en el Parque da Redençao, y el podía hacer aparecer cualquier cosa que yo nombrara. Palomas, helado, un arcoiris. Hacía frío y teníamos puestos unos tapados rojos). Esa noche dormimos sin ventilador a pedido mío, y menos mal porque el jueves amaneció completamente frío. Y a pesar de mi ya patente dolor de garganta, y de no haber traído ropa de invierno, total Brasiiiiil, la la la la la la la la, me alegré mucho y me acordé de la galleguita de Los Amantes del Círculo Polar, cuando parada frente a la esuela declara "me encanta que haga frío". Me sentía mal y todavía me faltaban todos los textos de Revolución Mexicana. Me tomé un par de analgésicos, ya no me acuerdo si Ibuprofeno o Paracetamol, también ya que estaba me metí una cafiaspirina plus con mate, y así estudié, sin entender demasiado, todo el día.
Ayer, viernes, día de la prova, me sentí bastante bien. Me di una ducha y a las seis me fui a rendir. (El exámen era una cosa de lo más extraña. Tenías un texto largo sobre Revolución mexicana, escrito por un marxista que no vimos, con unas cuatro o cinco frases subrayadas. Eran las frases que tenías que, más o menos, compare and contrast con los autores que vimos. Había un par que no las entendí muy bien. Bueh, escribí muchísimo, todo rápido y mal redactado, como si fuera ahora o nunca, y fui la segunda o tercera en terminar. La profesora, sorprendida.)
Volví en el colectivo temblando, y no salí.
Hoy estoy oficialmente enferma. Me duele todo el cuerpo, tengo los ganglios inflamados, la garganta roja y soy una fábrica de mocos. La gente se fue temprano y estuve todo el día sola. Empecé una caja de antibióticos de amplio espectro y terminé una novela. Dormí de a ratos e intenté estudiar. Hace como una hora, me acordé que exactamente igual me sentí muchas veces, y que solo una fue grave. Ahora todo es complicado. No puedo ir al médico ni llamar a mi mamá. Soy grande, soy grande! y tengo que arreglármelas solita.
Me voy a tomar una sopa y a empezar Wasabi. Y espero (ja!) que este no sea mi último post.