Wednesday, August 29, 2007

Romántica

"I was looking for a job and then I found the job, and heaven knows I'm miserable now..."
Morrissey, 1984
Ayer, casi sin quererlo, tuve mi primer entrevista de trabajo. Necesitaban una persona para el local del nuevo shopping de una tienda de ropa deportiva. Yo esperaba un trabajo de escasa responsabilidad, sin contratos muy serios y sin un sueldo muy abultado, por supuesto.
Fui, me entrevistaron y una cosa llevó a la otra. Me preguntaron si sabía manejar una caja registradora y dije la verdad: sí. Fue entonces que todo se desvirtuó, por no decir que se fue al carajo. Me ofrecieron un puesto de cajera, en blanco, en el local del centro y durante ocho horas diarias: de 9 a 13 y de 17 a 21. El sueldo era de 1200 pesos mensuales. Tendría obra social y aportes jubilatorios. Me dijeron que lo pensara, y que, "cualquier cosa", me llamaban hoy.
Yo, que sabía que me iban a llamar, estuve meditándolo. Nunca me habían ofrecido algo así, en esta ciudad no existe ese tipo de sueldo y podría ahorrar bastante dinero. Probá, me dije, y cualquier cosa renunciás. Pero fue entonces que me acordé de la cantidad de chicas que pasaron por mi negocio, en condiciones similares, jurando y perjurando que sí, que pueden, que quieren, que no tienen problema de vivir encerradas en un local, y que renuncian veinte días o un mes más tarde. No quería ser una de ellas.
Después pensé, trabajá tres meses, hasta diciembre, y te vas dos meses de vacaciones a Uruguay o a cualquier parte. Pero casi me pongo a llorar pensando en los exámenes, en las Interescuelas, en los libros que quiero y que debo leer, en las cosas que quiero escribir, y básicamente en todo lo que deseo para mi vida y en cómo un trabajo tan serio y normal me alejaría cada vez más de todo ello. Es mucha plata, es demasiada plata. Y la cuestión es que, siendo totalmente honesta, en este momento, en este lugar, en estas circunstancias, no la necesito. Tengo mis ahorros, mi casa, mis padres, mi obra social. Tengo cosas que hacer, que pensar, que establecer. Quiero una rutina mínima para mi vida, no una vida rutinaria. Bueno, quien sabe, quizás no me llaman, pensé finalmente.
Pero me llamaron, claro, hoy al mediodía. No actué bien. Tartamudeé, me contradije, y terminé rechazándolo. Después de hacerlo, obviamente, me sentí mal y estúpida. Nadie hace semejante cosa. Pero necesito ver mi realidad, y por miles de cuestiones, entiendo por qué lo hice. No quiero ser una chica que se levanta, se va a trabajar y se duerme. Sigo buscando trabajo, obvio, algo de medio día, de 500 pesos, de pocas horas, de fin de semana. Algo que me permita estar pero no estar del todo.
Fue una caída. Fue como si apareciera el príncipe azul y te dijera: te propongo matrimonio, pero es matrimonio o nada. Y lo que querés no es casarte, sino tan solo salir a cenar y, quizás, darte unos besos.

Monday, August 27, 2007

talento natural

Ultimas horas en casa de mis padres.
Yo, sentada frente a la pc cargando el falso i-pod.
Madre, que había estado ayudándome a armar las valijas, aparece en la sala. Tiene cada una de las dos partes de la cajita de madera con puntitas adentro en una de sus manos. Se me acerca y con una sonrisa me dice:
_Una curiosidad hijita, ¿qué es esto?
Giro la cabeza y, sin la más mínima expresión ni respuesta preparada alguna, contesto:
_Una moledora de pimienta.
_Aaaaaaah.

Saturday, August 11, 2007

juro que no sé cómo pasó

El martes entré a un negocio (caro) a buscar zapatillas. No encontré, pero compré un par de zapatos preciosos que quería desde el verano. Acto seguido entré a otro negocio (carísimo) en el cual tampoco conseguí zapatillas, pero del que me llevé un jean que me queda grande. El miércoles dejé señada una cartera que no combina con nada de lo que tengo. El jueves, mientras caminaba al supermercado, señé un pullóver a rayas y horas después, en el mismo acto de retirarlo me llevé dos remeras. Y ayer, cuando iba a devolver las películas a Blockbuster, en un acto de impulsividad cuasi menemista me decidí, pasé frente a Musimundo y compré el mp4, que es realmente una preciosidad.
No obstante, me estoy quedando sin dinero, sin tiempo y sin zapatillas, dado que las que tengo parecen envejecer un año a cada instante. sumado a ello, no puedo parar de comprar cosas que en su mayoría no necesito. tengo el síndrome de la brasilera en bariloche, lo cual se traduce como: estoy fuera de control.