Thursday, June 28, 2007

High Fidelity

Las cinco profesiones ideales, en orden de felicidad:

1- Coolhunter de Chanel, si es posible casa Londres.
2- Novelista genial y exótica.
3- Dueña de una pequeña librería.
4- Periodista.
5- Historiadora.

No está del todo mal, no?

Juro que después escribo algo decente, pero anoche pensaba en este top five sin parar.

Thursday, June 21, 2007

Damas y caballeros, Fútbol!

I) El lugar: aeropuerto internacional de Porto Alegre. La hora: 7 menos cuarto de la mañana. La llegada de la horda sucedía de un modo atroz: doscientas personas, muchas de ellas ya ebrias y luciendo sus camisetas a todo color, entraban al edificio del aeropuerto aún silencioso llenándolo de ruido y terribles gritos en español. Era fácil imaginarlos a ellos, una hora antes, pidiéndole más vino a la azafata o llamando a Juampi o a Gonzi para que, tras el pedido del copiloto, dejaran de intentar meterse en la cabina. Se trata de esas personas que creen que, solo porque pagaron un boleto de avión, son dueñas del planeta y todo lo que hay en él. Desconocen, por supuesto, que los pasajes de Gol en baja temporada cuestan apenas unos pesos que el más vulgar de los coches cama, y que no es rico ni poderoso en lo absoluto, sino más bien un payaso patético y común, cuyo único motivo de viaje puede ser un partido de fútbol en el cual es completamente obvio que su equipo va a ganar. Los esperaba una rubia cincuentona, brasilera, con camiseta azul y oro, calzas beige y cartera de animal print. Tras quince minutos de deliberación en una lengua ininteligible (ella hablaba a altísima velocidad en portugués paulista y ellos en español como si estuvieran en Corrientes y Callao) la delegación comprendió que debía seguir a su coordinadora como un grupo de egresados condescendiente. Abandonaron entonces el recinto y se perdieron en la oscuridad del día, apenas comenzado.
II) El sol salió como nunca en Porto Alegre, y los que creímos falsamente en una resolana invernal no supimos que hacer con los tapados y las botas una vez que se hicieron las once. Parecía verano. Es el calor del Gremio, era el comentario popular. Es el calor del fútbol. Compramos unos helados palito de limón (limão) y volvimos a dormir siesta a la casa, dado que las clases, por supuesto, se habían suspendido. Más tarde, nos metimos en una muestra de Goya muy interesante pero poco frecuentada, y hacia las ocho de la noche salimos al centro.
III) Mi abuela hubiera dicho que era una noche segura. La ciudad estaba llena de policías vestidos de verde militar y con armas larguísimas como nunca había visto en mi vida. Qué harán el resto del año, me debo haber preguntado en algún momento, dado que nunca había visto uniformados en la vía pública durante los cuatro meses que llevo aquí. Los bares, los autos, las ventanas de cada departamento de cada edificio, todo cubierto de camisetas azules, blancas y negras. "No hablen español", nos habían aconsejado. Parecía ser que solo podíamos ser argentinos a quienes había que, como mínimo, escupir. Esperamos casi media hora por las hamburguesas. Cuando terminamos de comerlas y salimos, el partido ya había empezado y el silencio y la quietud de apoderaron de las calles.
IV) El Gremio, como todos ya saben, perdió por dos goles a cero en su propia cancha. Y hoy, durante el almuerzo, me contaron muchas cosas. Me contaron de los miles de reales apostados por fanáticos irracionales. Me contaron que, tras las apedreadas a un colectivo, decidieron no dejar salir a los boquenses de la cancha hasta dos horas después de terminado el partido. Me contaron que una chica brasilera no se levantó de la cama debido a una crisis depresiva y que otra, también brasilera, salió al balcón a las diez de la mañana de hoy y se levantó una camiseta azul y oro, exhibiendo sus pechos, al grito de "Gremio putos" (o algo así, ponele). Y yo, en ese momento, me acordé de mi padre, quien lleva años diciendo que "estas brasileras aprovechan cualquier festejo para ponerse en bolas".
Personalmente, me pareció un bonito gesto.

Monday, June 11, 2007

Y andá a cantarle a Gardel

A pesar de que M había jurado que las ocho estaríamos finalmente liberados, a las 20: 45 seguíamos allí, en la Comisaría de policía militar de Canela, a 150 kilómetros de Porto Alegre. Detrás de un escritorio de melamina beige descascarado, que no portaba más que una computadora vieja y una impresora matriz de punto con un rollo de papel continuo, un amanerado secretario de gafas gruesas tipeaba con dos de sus finos dedos dato tras dato. Estrangeira, escribió en el recuadro de procedencia. Branca, en el correspondiente a raza. Los nombres de mis padres decidí escribirlos directamente yo.
Dos metros más atrás, en los respaldos de unas sillas acolchadas, se intentaban secar tres pullóveres húmedos, junto a unos jóvenes negros llenos de aritos en el rostro que acababan de ser arrestados por romper los vidrios de no sé donde. En un rincón del reducido despacho, un carioca rubio y flaco chillaba demencialmente por su chaqueta supuestamente Armani, mientras el administrador del Parque da Ferradura iba de la tolerancia a la desesperación al tratar de explicarle que no, que no podría darle en ese mismo momento los quinientos reales que el otro le exigía. La novia del carioca, una abogada que ya había hecho más de una amenaza de juicio, intentaba desesperadamente conseguir señal con su celular para hacer la denuncia de la pérdida de las tarjetas de crédito, intercalando con rápidas preguntas al secretario acerca de cuanto tiempo más se tendrían que quedar. La señora, que en realidad había nacido en 1982, me desagradaba. Pero yo me estaba preguntando lo mismo. A las cuatro de la tarde, cuando por fin terminábamos de subir esa hermosa montaña eterna, lo único que quería era sacarme las zapatillas y cambiarme la remera. Tres horas después, mis prioridades eran otras. Firmar. Volver. Pedir prestados un shampú y un toallón para bañarme.
_Vamos a comprar Doritos.
_Nah, dejame de joder.
_Dale, vamos.
_Bueno.
Por si fuera poco, lluvia torrencial y una ruta desconocida. Cuando abrí la bolsita me dí cuenta de que no había comido nada en todo el día.
Volvimos a entrar. Un oficial se me acerca con una libreta y me pide los detalles, que empieza a anotar. Bolso (qué características) perfume, (qué marca), jean (de qué color) dinero, (cuánto) documentos, (cuáles). Yo masticaba sin ganas y pensaba en mis botas, de las que no había llegado a hacerme una idea concreta. No importan las cosas, te dicen todos, lo importante es que estés bien, que no te hayan lastimado. Que no hayas perdido el pasaporte. Que no hayas llevado música. Es todo mentira. No es posible que uno tenga algo y luego no lo tenga, que hayan tocado mis cosas, que hayan visto la foto de mi documento y mi agenda y mis medias sucias del día anterior. No es posible, no tiene sentido.
Y la abogada carioca, que tienen que hacer algo, que mire el agujero que le hicieron a la cerradura del auto -le mostraba fotos- que tienen que tener alguna responsabilidad. Y el administrador, que tiene que hablar con sus superiores, que todo es en última instancia negociable. Nosotros, nada. Firmar. Volver.
Las vacaciones otoñales fueron muy lindas. Unas sierras maravillosas, frío sin lluvia, brasileras ricas de quienes reírse, chocolates, caipirinha, lindo hotel, auto alquilado. Buen humor. Todo bien. Tiene razón M, claro. Prohibido recordar este viaje como "esa vez que nos robaron". A las nueve y cuarto, firmamos, saludamos a la gente, salimos, alguien dijo una boludez, nos reímos, compramos comida árabe y comimos en el auto. Volvimos cantando y tomando Coca Cola. Fue genial, fue todo una maravilla. Pero nos robaron, y no tengo toallón ni delineador ni DNI. Es una estupidez, es ridículo, pero me molesta demasiado.
Y eso, al menos en estas primeras 24 horas, no es negociable.
Update 13 de junio: encontraron mi DNI!!! En Sao Leopoldo, a 50 km de aquí, y mañana mismo me lo mandan!!! Puedo votar!!! Voy a llorar de emoción.

Tuesday, June 05, 2007

Portugal, ali têm meu carnaval

Como mi vida marcha de mil maravillas y me esperan los mejores cuarenta días del intercambio (y por qué no del año), me parece poco apropiado hablar al respecto, cuando el planeta está repleto de gente triste. Es por ello que, una vez más, voy a criticar gente, no por diferente, sino sencillamente por imbécil.
Me levanté maldita y voy a hablar de Portugal o, mejor dicho, de losportugueses.
Hace como dos meses, el señor rector de la UFRGS (recuerden: Urguis) nos invitó a una presentación de estudiantes de intercambio de todo el mundo, seguida de ágape. (Realmente es pertinente hacer un paréntesis para referirme al mismo, una cantidad descomunal de bocaditos de frango con catupiry y aceitunas negras, pequeños brownies, pastelitos con ricotta, nueces y azúcar rubia, etc. G. se quejó varias veces de que no había champagne. De todos modos, ese día comimos demasiado). En dicho evento, como soy una superficial, rápidamente me llamaron la atención tres jóvenes, dos chicas y un chico. Caras raras, mucho pantalón ancho, mucho arito en la boca, mucho Ray Ban, mucha remera multicolor superpuesta. Eran portugueses, y desde ese día, para todos nosotros, losportugueses. El muchacho, la linda y la petisa. Estudiantes de Ciencias Ambientales (sin comentarios).
Esa noche nos juntamos como veinticinco personas de muchos países a tomar unas cervezas después del convite. Esta galera portuguesa vino con nosotros, y la verdad es que en un principio me cayeron bien (repito, porque soy una superficial y me pareció que tenían onda). Después de ese día, durante los sucesivos encuentros que tuvimos, (que tampoco fueron muchos) la verdad se me fue revelando: son unos imbéciles. La linda, contra todo lo que nos dice el cliché, es la más inteligente y agradable, y su supuesta bisexualidad con la que decidimos hacernos la cabeza me agrada bastante. Los otros dos, meu deus, no quiero ni pensar en sus hijos.
En primer lugar, nadie les entiende cuando hablan (ni siquiera los brasileros), dado que lo hacen a alta velocidad, riéndose permanentemente y sin abrir demasiado la boca para emitir los sonidos. Nena, pensá un segundo, si le estás hablando a alguien que no habla tu mismo idioma y no te entendió lo que le dijiste, no le repitas lo mismo a la misma velocidad y en el mismo tono, porque no estás resolviendo el problema de comunicación.
En segundo lugar, cada vez que uno le dice algo en español a otro hispanohablante, la muy pelotuda se ríe y lo repite en su precario español como si uno fuera un comediante o un monito chistoso. No entiendo sinceramente qué le encontrás de gracioso al segundo idioma en número de hablantes nativos en el mundo. Sin mencionar que es mil veces más complejo que el tuyo, en el que todo es "bonito" o "legal". Por favor.
En tercer lugar, cuando un brasilero les comenta (como podría hacer un argentino con un mexicano o un español) que les parece muy raro su sotaque (acento) losportugueses se retuercen de la risa, haciéndoles acordar que "el verdadero idioma es el nuestro. Sotaque tendrás vos que eras colonia". No te das cuenta enfermo que eso pasó hace cerca de doscientos años y que hoy por hoy el único país importante en el que se habla tu idioma es Brasil. Podrías respetar un poco más a las personas gracias a las cuales tu maldita lengua romance no desapareció de la faz de la tierra.
En cuarto lugar, esta gente está totalmente indignada con la hermosa ciudad de Porto Alegre, en la cual "hace mucho frío y no hay playa". También afirmaron en más de una ocasión que por el mismo motivo no piensan ir a Buenos Aires. Más allá de los gustos personales de cada uno, a mí me encanta el frío, el invierno y las ciudades, la pregunta es: portugués, no podías agarrar un mapa antes de partir para América Latina? No podías poner "Porto Alegre" en Wikipedia antes de subirte al avión? Y, por otra parte, no es por metida pero... la idea de hacer un viaje no es justamente ver cosas diferentes de las que ves todos los días? Digo, si querías vivir en un pueblito de playa, por qué no te quedaste en tu casa, eh? por qué?
Posteriormente, me enteré que los portugueses son para los brasileros lo que los gallegos son para los argentinos. Es decir, gente inadaptada y bruta, acerca de la cual se hace toda clase de chistes.
Lo más triste de todo el asunto es que ellos siguen viniendo, invitándonos a salir, convencidos de que somos amigos. Tal vez tenga que ver con que soy la única verdaderamente harta de estas personas. La mayoría de mis roomates afirman que "son piolas". Yo no podría nunca decir eso de gente con quien no pude mantener una conversación. Juro que hablo portugués e intenté, pero la última vez que lo hice, cuando comenté que no iba mucho al teatro porque no entiendo bien lo que dicen los actores, me contestaron muy seriamente: "eso es porque hablan en brasilero". Ubicate! Venís del cuarto del fondo de la Unión Europea*, hablás un idioma que no tiene publicaciones y estudiás una carrera de mentira! Para colmo tu novio es un imbécil, a vos se te ven las encías y no tenés mentón! Ubicate nena!
*Nota del autor: también me molesta terriblemente que hayan recorrido Europa tantas veces que no sepan la diferencia entre Viena, Berlín y Luxemburgo. Pero creo eso es de envidia nada más.

portugués para principiantes

Hasta hace poco, mi palabra preferida era cabeleireiro (peluquero). Ahora es brincadeira (broma).